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El estudio brasileño Terra e Tuma encontró en Sao Paulo el lugar perfecto para experimentar. El resultado es la Casa Maracaná, que lo mismo es una vivienda que un happening.

Casa Paulista de bajo presupuesto
Una entrada oculta detrás de un mural de cerámica conduce a una sala de estar y un patio hundidos en esta casa en São Paulo. 

Extendiéndose por todo el perímetro de la propiedad, la casa interioriza el exterior, estableciendo una frontera difusa a través de altos paneles de vidrio desplegables. 






Esta casa rompió todos los esquemas en el suburbio donde fue construida. Geométricamente marca una diferencia total, pues su amplitud es el resultado de un interesante juego de vacíos. 

Su toque industrial gracias al uso aparente de toda la paleta de materiales se complementa con el uso de tuberías eléctricas también aparentes, enrejados para las escaleras y amplias lámparas de taller. Incluso los tinacos, que siempre se ocultan por su mal aspecto, fueron dejados la vista al estar hechos de acero inoxidable. 

Diseñada para el arquitecto y director del despacho y su familia, esta casa de tres pisos fue construida en un sitio escalonado en los suburbios de la ciudad, donde el nivel más bajo del suelo es un piso debajo de la calle. 

El trazado vertical y horizontal de la casa conduce a una nueva experiencia espacial. Frente al abigarramiento constructivo del barrio, propone una atmósfera abierta que concibe el vacío como un valor de habitabilidad. 

Asimismo, el uso de materiales sin acabados como los grandes bloques de ladrillo aparentes, quiere demostrar que para conseguir lo máximo hay que dotarse de lo mínimo. 

Los planos que definen la geometría -opaco en la materialidad grisácea, claro en las superficies vidriadas o vibrantes en el mural de acceso- muestran su presencia como un nuevo evento en los alrededores, donde las personas se preguntan curiosas sobre esta nueva construcción. 

Su geometría discordante en relación con las viviendas tradicionales sorprende al vecindario en el momento en que concilia cualquier definición territorial, admitiéndola como elemento y a la vez como evento público que se apodera de la calle y permite que sea percibida. 

A través de la ocupación total del terreno, la casa comparte sus límites como si interiorizara los alrededores, aunque aparezca como un lugar único. 

Más que un único espacio, sus niveles gradualmente forman un camino a través del cual el exterior y el interior se funden en forma adecuada y continua. 

La casa descubre nuevas posibilidades a las limitaciones de la trama. Su complejidad supera las rutas horizontales y verticales conduciendo a una nueva experiencia espacial, capaz de dilucidar las singularidades de la geografía del distrito. 






Estar en la casa de la calle Maracaná es vivir juntos con sus peculiaridades con la esperanza de descubrir hasta donde sus espacios nos pueden llevar y con la posibilidad de contemplar los techos rojizos de las construcciones vecinas y la fachada de la iglesia que corona el distrito, mientras el sol se pone en el horizonte de São Paulo. 

Entrar en la casa no significa ponerse de espaldas a la ciudad o entrar a un universo desconectado. Su acceso tiene que ser descubierto por detrás del mural de cerámica pintado en composiciones de negro, blanco y rojo. 

Entrar en la casa significa, simplemente, transponer una sucesión de espacios, a veces estrechos, otros iluminados o con sombra, que nos llevan siempre a tener nuevas experiencias. 

Las grandes puertas de vidrio abren la sala de estar hacia el jardín del patio más allá, mientras que un segundo patio hundido se coloca en la parte delantera de la casa junto a una ventana alta que se extiende hasta el techo. 

La llegada de la casa pasa del vacío -un punto de vista de la sala de estar- hasta el área que identifica los locales funcionales: los sociales abajo y los íntimos arriba. La casa es una infraestructura viva. 







El pavimento que configura una sucesión de perspectivas es sutil y está protegido por grandes marcos de cristal. 

El manejo de la técnica y el uso de materiales mínimos, como la piedra sobre piedra, confirma que la arquitectura puede desnudar las superficialidades temporales presentes y elevar sólo la esencia espacial. 





















Proyecto: Casa Maracana 
Arquitecto: Terra e Tuma 
Ubicación: Sao Paulo, Brasil 
Estructura: AVS; Carolina Ayres, Tomás Vieira 
Eléctrico | Hidráulica 
Minuano Ingeniería 
Jasel Neme, Cibeles Neme Báez, Roberto Abou Assali 
Construcción: RKF; Rafael Alves 
Paisajismo: 
Gabriella Ornaghi Arquitectura del Paisaje 
Gabriella Ornaghi, Rodrigo Bordigoni, Ricardo Tadashi 
Panel: Alexandre Mancini 
Carpintería: Alceu Tierra 
Cerrajeros: Edison Shigueno 
Fotografías: Pedro Kok Terra e Tuma

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